29.5.09

Despertar de ninfa

Una sensación de peso se apodera del cuerpo y la solidez de la mañana se personifica en las sábanas suaves. Apago el despertador, ya es mañana, un ratito más en la cama.
La luz va pasando por las rendijas de la persiana, y parando cuando se encuentra con la puerta corredera del armario empotrado a medio abrir. La puerta de la habitación está cerrada y empieza a hacer mucho calor, el pijama de verano me asfixia.
Un cuarto de hora después decido poner los pies en busca de sus chanclas de dedo. Me levanto y pulso ON en el ordenador.
Después de volver al aseo me doy un paseo por la red, bien corto, de estos de pasear al perro, y me visto para ir a una práctica sumida en un edificio en obras, con un profesor que no explica nada si lo matan y con la cabeza en todos los sitios menos allí.
La mañana es rápida, sólo dura una práctica fea. Después hay que organizar las maletas y el trabajo para pasar el fin de semana en el "hogar", ese sitio donde me dicen que me quieren como soy pero donde me intentan cambiar para que sea como ellos quieren, y grito: NO A LA MANIPULACIÓN, NI SIQUIERA POR PARTE DE LOS PADRES, SI A LA VERDAD Y A LA LIBERTAD DE PENSAMIENTO Y DECISIÓN PROPIA.
Es el verano murciano, ese magnífico amigo que nos visita cada 7 meses para acalorar nuestras vidas y llenarnos la boca de alegría fresca con sabor a vainilla, fresa, chocolate, nata y un largo etc entremezclando todo tipo de gustos. Luz duradera, caldera para el otoño, noches de charlas y de sonrisas.
Un verano suele ser una cosa muy bonita, que te ensucia la piel con agua para secarte con las toallas de colores que hay sobre la arena, un poco árida, pero arena al fin y al cabo.
Y después siento esa sensación de solidez, y entonces me despierto y sigo en los previos de los exámenes y de las entregas de los trabajos pensando que tengo que intentar hacer que los días tengan 48 horas para tener aún el doble de tiempo.